Clima. Escuchar artículo

“Es muy plausible que ya nos hayamos caído por un precipicio y no lo sepamos”

Hali Kilbourne, investigadora en el Centro de Ciencias Ambientales de la Universidad de Maryland, cuestionó la incertidumbre de los expertos sobre el momento del colapso de las corrientes oceánicas: “

(primeraedicionweb.com.ar) La última vez que hubo una desaceleración importante en la poderosa red de corrientes oceánicas que configuran el clima del Atlántico norte, parece haber sumido a Europa en un intenso frío que duró más de un milenio.

Eso sucedió hace más o menos 12.800 años, cuando no había mucha gente que lo viviera. Pero en las últimas décadas, el calentamiento ocasionado por los seres humanos podría estar haciendo que las corrientes se desaceleren una vez más, y los científicos han estado trabajando para determinar si estas podrían sufrir otro gran debilitamiento, lo cual tendría repercusiones para los patrones climáticos en una franja del planeta y, de ser así, cuándo ocurriría.

La semana pasada, algunos investigadores de Dinamarca presentaron una respuesta audaz: para finales de este siglo podría presentarse un fuerte debilitamiento o incluso una paralización de las corrientes. Una de las investigadoras, Susanne Ditlevsen, profesora de la Universidad de Copenhague, comentó en una entrevista que fue una sorpresa incluso para los mismos investigadores que su análisis mostrara cuán cercano se encuentra un posible colapso.

Los científicos especializados en el clima casi siempre concuerdan en que este siglo disminuirá la circulación en el Atlántico, pero no hay consenso acerca de si se detendrá antes del año 2100.
Por lo que, según Ditlevsen, también fue una sorpresa que ella y su coautor pudieran precisar el momento del colapso. Señaló que los nuevos hallazgos constituían un motivo suficiente para no ver el tema como una preocupación abstracta y remota. “Es ahora”, afirmó.

Estas nuevas investigaciones, publicadas recientemente en la revista Nature Communications, se suman a un conjunto cada vez más grande de trabajos científicos que describen cómo las continuas emisiones de gases que arrojan los seres humanos y que retienen el calor podrían detonar “puntos críticos” del clima o cambios en el medioambiente rápidos y difíciles de revertir.

El deshielo repentino del permafrost del Ártico; la pérdida de la selva tropical de la Amazonia; el desplome de las placas de hielo de Groenlandia y el Antártico occidental, son ejemplos. Los científicos advierten que, cuando el planeta se caliente más de cierto grado, estos y otros eventos podrían desatarse de manera muy rápida, pero todavía no se sabe mucho en qué umbrales precisos ocurriría esto.

“Burbuja fría”

En el Atlántico, los investigadores han estado buscando señales de un cambio parecido a un punto crítico en un entramado de corrientes oceánicas que tiene un nombre complejo: Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico (o AMOC, por su sigla en inglés).

Estas corrientes llevan aguas calientes de los trópicos a través de la corriente del Golfo, por el sureste de Estados Unidos, antes de dirigirse hacia el norte de Europa.

Cuando estas aguas liberan su calor en el aire más hacia el norte, se vuelven más frías y densas, lo que hace que se hundan en el océano profundo y retrocedan hacia el ecuador. Este efecto de hundimiento o de “vuelco” permite que nlas corrientes transmitan enormes cantidades de calor a todo el planeta, lo cual hace que influyan muchísimo en el clima del Atlántico y más lejos.

No obstante, conforme los seres humanos calientan la atmósfera, el derretimiento de la placa de hielo de Groenlandia añade grandes cantidades de agua dulce al Atlántico norte, cosa que podría estar alterando el equilibrio de calor y salinidad que hace que el vuelco siga.

En los últimos años, se ha enfriado de manera notable un sector del Atlántico en el sur de Groenlandia, lo que ha generado una “burbuja fría” que algunos científicos ven como una señal de que el sistema se está desacelerando.

Si la circulación se tornara mucho más débil, los efectos en el clima serían trascendentales, aunque los científicos siguen estudiando su posible magnitud.

Quizás se enfríe gran parte del hemisferio norte. Las costas de Norteamérica y Europa podrían ver un ascenso más rápido del nivel del mar. En el norte de Europa podría haber inviernos con más tormentas, mientras que es muy probable que el Sahel en África y las regiones monzónicas de Asia tengan menos lluvia.

Predicciones

Las pruebas procedentes de los núcleos de sedimentos y hielo indican que, en el pasado remoto, la circulación del Atlántico experimentó paradas y comienzos abruptos. Pero los modelos informáticos más avanzados del clima global creados por los científicos han generado una amplia gama de predicciones acerca de cómo las corrientes podrían comportarse en las próximas décadas, en parte debido a que es muy compleja la combinación de factores que las configuran.

El nuevo análisis de Ditlevsen se enfocó en un indicador sencillo, basado en las temperaturas de la superficie marina, que es parecido a los que otros científicos han usado como indicadores de la fuerza de la circulación del Atlántico.

Ditlevsen realizó este análisis junto a su hermano Peter Ditlevsen, un climatólogo que trabaja en el Instituto Niels Bohr de la Universidad de Copenhague. En su indicador, usaron datos de 1870 a 2020 para calcular los índices estadísticos que pronostican cambios en el vuelco.

“No solo vemos un aumento en estos indicadores”, dijo Peter Ditlevsen, “sino que vemos un aumento que es consistente con este punto de inflexión que se acerca”. Después usaron las propiedades matemáticas de un sistema de punto crítico para extrapolar a partir de estas tendencias.

Eso los llevó a predecir que la circulación del Atlántico podría colapsar más o menos a mediados del siglo, aunque es posible que ocurra tan pronto como 2025 y tan lejos como 2095.Su análisis no incluyó ninguna suposición específica acerca de la cantidad de emisiones de gases de efecto invernadero que aumentarán en este siglo.

Solo asumió que las fuerzas que provocarían un colapso de la AMOC seguirían a un ritmo constante, en esencia, que las concentraciones de dióxido de carbono seguirían aumentando como lo han hecho desde la Revolución Industrial.

Estudios

Susan Lozier, una oceanógrafa física del Instituto de Tecnología de Georgia, mencionó que las temperaturas de la superficie marina en el Atlántico norte cerca de Groenlandia no eran afectadas necesariamente solo por los cambios en el vuelco, lo que las convertía en un indicador cuestionable para deducir esos cambios.

Lozier hizo referencia a un estudio publicado el año pasado que mostraba que gran parte de la creación de la burbuja de frío se podía explicar por cambios en el viento y patrones atmosféricos.

En la actualidad, los científicos están usando sensores colgados en el Atlántico para medir el vuelco de manera directa. Lozier participa en uno de estos trabajos de medición. El objetivo es conocer más sobre lo que está provocando los cambios debajo de las olas y anticipar los cambios futuros.

Pero los proyectos apenas comenzaron a recabar datos en 2004, como muy pronto, lo cual no es suficiente tiempo como sacar conclusiones firmes a largo plazo. “Es sumamente difícil ver un breve registro del vuelco del océano y decir qué va a hacer en 30, 40 o 50 años”, puntualizó Lozier.

“Demasiado tarde para actuar”

Levke Caesar, una investigadora posdoctoral que estudia el vuelco en la Universidad de Bremen en Alemania, expresó su preocupación por los registros de temperatura más antiguos que los Ditlevsen usaron para calcular su indicador.

Estos registros, de finales del siglo XIX y principios del siglo XX, podrían no ser lo suficientemente confiables para ser utilizados en análisis estadísticos detallados sin ajustes cuidadosos, explicó.
Sin embargo, el nuevo estudio enviaba un mensaje urgente sobre la necesidad de seguir recopilando datos sobre las cambiantes corrientes oceánicas, dijo Caesar. “Algo está sucediendo, y es probable que sea algo fuera de lo común”, dijo y agregó: “Algo que no habría sucedido si no fuera por nosotros los humanos”.

“La incertidumbre de los científicos sobre el momento del colapso de la AMOC no debe tomarse como una excusa para no reducir las emisiones de gases de efecto invernadero para intentar evitarlo”, dijo Hali Kilbourne, profesora asociada de investigación en el Centro de Ciencias Ambientales de la Universidad de Maryland.

“Es muy plausible que ya nos hayamos caído por un precipicio y no lo sepamos”, afirmó Kilbourne y completó: “Me temo, honestamente, que para cuando algo de esto sea una ciencia establecida, sea demasiado tarde para actuar”.

“Probablemente el sistema antártico no se recupere nunca en el futuro”

A medida que el hemisferio norte se sofoca bajo una ola de calor de verano sin precedentes, mucho más al sur, en pleno invierno, se está rompiendo otro récord climático aterrador: el hielo marino antártico cayó a niveles sin precedentes para esta época del año. Cíclicamente, el hielo marino antártico se reduce a sus niveles más bajos hacia fines de febrero, durante el verano del continente. Luego, vuelve a acumularse durante el invierno.

Pero este año el hielo marino no regresó a ningún lugar cercano a los niveles esperados. De hecho, está en los niveles más bajos para esta época del año desde que iniciaron los registros hace 45 años.
El hielo está alrededor de 1,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del récord anterior de invierno establecido en 2022, según datos del Centro Nacional de Datos de Hielo y Nieve (NSIDC, por sus siglas en inglés).

A mediados de julio pasado, el hielo marino de la Antártida estaba 2,6 millones de kilómetros cuadrados por debajo del promedio de 1981 a 2010. Esa es un área casi tan grande como Argentina o las áreas combinadas de Texas, California, Nuevo México, Arizona, Nevada, Utah y Colorado, en EEUU.

“El juego cambió”

El fenómeno fue descrito por algunos científicos como excepcional fuera de los gráficos, algo que es tan raro que lo más probable es que solo ocurra una vez en millones de años. Pero Ted Scambos, glaciólogo de la Universidad de Colorado Boulder, dijo que hablar en estos términos puede no ser tan útil.
“No tiene sentido hablar de las probabilidades de que suceda de la forma en que solía ser el sistema, claramente el sistema cambió”, le dijo a CNN.

La Antártida es un continente remoto y complejo. A diferencia del Ártico, donde el hielo marino tuvo una trayectoria descendente constante a medida que se acelera la crisis climática, el hielo marino en la Antártida osciló de máximos históricos a mínimos históricos en las últimas décadas.

Pero desde 2016, los científicos comenzaron a observar una fuerte tendencia a la baja y muchos científicos dicen que el cambio climático puede ser un factor importante para la desaparición del hielo.
“El sistema antártico siempre fue muy variable”, dijo Scambos. “Sin embargo, este nivel [actual] de variación es tan extremo que algo radical cambió en los últimos dos años, pero especialmente este año, en relación con los años anteriores desde hace al menos 45 años”.

La ocurrencia sin precedentes de este invierno puede indicar un cambio a largo plazo para el continente aislado, dijo Scambos. “Es más probable que no veamos que el sistema antártico se recupere como lo hizo, digamos, hace 15 años, durante un período muy largo en el futuro, y posiblemente nunca”.

“Colgando de las uñas”

El año pasado, los científicos dijeron que el vasto glaciar Thwaites de la Antártida Occidental, también conocido como el “Glaciar del Juicio Final”, estaba “colgando de las uñas” a medida que el planeta se calienta.

Los científicos también estimaron que el aumento global del nivel del mar podría aumentar alrededor de tres metros si Thwaites colapsara por completo, devastando comunidades costeras en todo el mundo. Al respecto, Scambos dijo que el bajo nivel récord de hielo marino de este invierno es una señal muy alarmante.

“En 2016, [el hielo marino antártico] sufrió la primera gran caída. Desde 2016, se ha mantenido bajo y ahora se ha tocado fondo. Algo importante en una gran parte del planeta de repente se está comportando de manera diferente a lo que vimos en los últimos 45 años”, especificó el especialista.

“Ya es muy tarde”

La Organización Meteorológica Mundial (OMM), dependiente de la ONU, informó que los glaciares del mundo “se derritieron a una velocidad récord” durante 2022 y que “el hielo marino del océano Antártico llegó a alcanzar su nivel más bajo, mientras que el derretimiento de algunos glaciares europeos, literalmente, superó récords”.

Los últimos 8 años fueron los más calurosos jamás registrados, mientras que la concentración de gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono, alcanzó nuevas marcas sin precedentes.
Esto provocó que el nivel del mar también alcance máximos, con un aumento medio de 4,62 milímetros al año entre 2013 y 2022, el doble que entre 1993 y 2002.

“La concentración de CO2 ya es demasiado alta y es probable que el aumento del nivel del mar continúe durante miles de años. Detener el derretimiento ya no se podrá, a menos que encontremos una manera de eliminar el CO2 de la atmósfera. Es muy tarde”, alertó en abril Petteri Taalas, secretario general de la OMM.

Noticias relacionadas:

Comentarios
Volver arriba