(economis.com.ar) Un posteo en redes sociales de la docente y concejal electa Patricia Buckmayer, que celebra con tono burlón y provocador la vuelta del Ford Falcon verde -automóvil tristemente célebre como herramienta de secuestros y desapariciones durante la última dictadura militar argentina-, generó una ola de repudio y preocupación tanto en Montecarlo como en otros puntos de Misiones.

“¡Nahhh y encima verdeee! Ford Falcon, con un baúl mejorado apto para acarrear zurditos llorando“, escribió Buckmayer desde su cuenta personal de Facebook, acompañando una imagen de un auto moderno con el logo “Falcon” y un texto que simula una nota sobre un lanzamiento de Ford. La publicación, lejos de tratarse de un análisis automotor, se presenta como una apología simbólica del aparato represivo estatal que en los años setenta secuestraba personas en autos similares.

Buckmayer no es una ciudadana cualquiera: fue elegida concejal de Montecarlo en las últimas elecciones y, más grave aún, es docente de niños de quinto grado. La combinación de su rol institucional y su lugar de formadora de niños generó alarma entre referentes educativos y sociales, que expresaron su rechazo por la difusión de mensajes que banalizan o reivindican el terrorismo de Estado.

“Las semillas del odio se siembran todos los días. Y esta señora está en un lugar privilegiado para hacerlo”, expresó en redes sociales el dirigente Roque Gervasoni, quien además pidió que se analice su comportamiento público a la luz de su función como representante electa.

Referentes de derechos humanos también reclamaron una intervención institucional. “En cualquier país serio, una persona que celebra un símbolo del genocidio y el exterminio no puede asumir una banca en un cuerpo deliberativo. Mucho menos puede seguir dando clases a niños de 10 años. Esto no es libertad de expresión: es apología del terrorismo de Estado”, afirmó un dirigente del colectivo Hijos Misiones, que analiza elevar una denuncia formal.

El Ford Falcon verde se convirtió en la Argentina en uno de los íconos más reconocibles del accionar ilegal de la dictadura. Su sola imagen, en especial en ese color, remite al miedo, las desapariciones y la represión clandestina.

Por eso, lejos de tratarse de una broma, el mensaje de Buckmayer se inscribe en una creciente tendencia de discursos que reivindican, banalizan o directamente niegan los crímenes cometidos por el Estado argentino entre 1976 y 1983. En un país que asumió como política de Estado la memoria, la verdad y la justicia, este tipo de expresiones no pueden naturalizarse.

Mientras tanto, en Montecarlo, muchos ciudadanos se preguntan si es aceptable que una educadora de niños pequeños y representante electa haga apología del horror sin consecuencias.