Qué es el Pomberito, la figura mítica que nombró la abuela de Loan al reflexionar sobre la desaparición
Se trata de una figura mítica con una larga historia en las culturas guaraníes de Paraguay, Argentina y Brasil.
(elterritorio.com.ar) "Me dijeron que quizás el Pomberito se lo llevó", comentó Catalina en entrevistas televisivas. Se trata de una figura mítica con una larga historia en las culturas guaraníes de Paraguay, Argentina y Brasil.
Catalina, la abuela de Loan, el niño desaparecido hace más de 10 días, mencionó al Pomberito al hablar sobre la desaparición de su nieto en varias entrevistas televisivas. Esta enigmática figura, profundamente arraigada en el folklore guaraní, ha despertado curiosidad e intriga en torno al caso.
Cuando fue consultada por lo que pensaba acerca de la desaparición del pequeño, la anciana contestó: “Me dijeron que quizás el Pomberito se lo llevó”. También mencionó que en la zona de 9 de Julio, Corrientes, “tienen huecos en los árboles”. “Es el diablo que sale al mediodía, cuando calienta el sol y hay muchas herejías delante de las criaturas”, ahondó en el mito popular.
El Pombero es uno de los mitos populares de Misiones y lo describen como moreno, velludo, de rostro barbudo, pies peludos, tocado con su gran sombrero y completamente desnudo. Va en busca miel y tabaco y engaña a los habitantes de los pueblos con silbidos o el piar de pollo.
Según el mito, se trata de un hombre que obliga a que los niños dejen de hacer ruido y cierren los ojos para no verlo y tapen sus oídos para no sentir cuando roba de la cocina familiar el tarro de miel o un trenzado de tabaco. Sus hechos son terribles. Aunque a veces toma simpatía a un viajero y puede inclusive salvarlo de un peligro. Pero también saber hacer que se pierdan o lleguen a morir de terror ante su presencia.
Cuando cuida a alguien lo persigue con su piar de pollo en medio de la noche y lo salva de cualquier peligro o acechanza. Si se despierta su maldad, es capaz inclusive de robar una esposa o dañar un animal doméstico. En ocasiones dejó embarazada a mozas solteras, naciendo de tal unión por lo común un niño deforme. Hechos de esta clase se cuentan en todos los poblados rurales.
Con su andar silencioso, tiene los pies cubiertos de pelos, recorre los caminos rojos de Misiones, buscando sus presas entre los colonos y los hacheros, y muchas veces llega a ser tan grande su osadía que hasta logra seducir a alguna niña de los barrios de extramuros de cualquier ciudad. Muchos lo han sentido, pocos, muy pocos, lo han visto. Pero lo cierto es que desde hace casi 300 años habita en Misiones.